Un bocado suave, cremoso y delicioso. Redondo, en definitiva, -más allá de su habitual forma- tan preciado como deseado, la croqueta está de celebración. Con su mezcla suave interior, generalmente de bechamel, y con un exterior crujiente y dorado logrado gracias a una capa de pan rallado, son irresistibles y a todo el mundo deleitan.
Una buena croqueta debe cumplir con ciertas características para ofrecer una experiencia de calidad. En primer lugar, su relleno debe ser cremoso, con una textura suave y homogénea, sin dejar ver nunca la separación de sus ingredientes. El sabor debe ser equilibrado, con un toque ligero de sal y especias que resalten y nunca camuflen su ingrediente principal. El exterior debe quedar perfectamente crujiente, sin llegar a lucir ni sentirse grasiento.
Además, una buena croqueta no debe desmoronarse al morderse, sino que debe tener una forma compacta que permita disfrutar del bocado con facilidad y también con elegancia. En definitiva, y cuando están bien preparadas y cocinadas, son combinación perfecta de suavidad y crocancia. Como seguramente sabes donde comer la mejor croqueta de jamón, nosotros queremos hablarte hoy de sabores diferentes y no tan habituales para celebrar el décimo aniversario del Día de la croqueta. Estamos muy seguro de que vas a encontrar alguna que te dejará alucinado.
Empezamos por Ultramarinos del Coso de San Joaquín, donde el chef Andy Boman eleva las croquetas al siguiente nivel de los más atrevidos. Este Día de la Croqueta celebra su creación estrella: croquetas de sobrasada con un dip de queso de cabra. Te harán perder la cabeza.