La Mamounia celebra sus cien años de existencia. “El lugar más maravilloso del mundo” (Churchill Dixit), fue construido en mil novecientos veintitrés por los arquitectos Prost y Marchisio. El icónico hotel ha llevado a cabo numerosas renovaciones que aúnan el respeto por un lugar cargado de historia y las exigencias de una entidad financiera y moral como la compañía de vías férreas de Marruecos.
La gran joya de la hospitalidad marroquí ha acogido, a lo largo de los años, a numerosas personalidades desde Winston Churchill y Alfred Hitchcock hasta Nelson Mandela o Charlie Chaplin. La celebración de su centenario refuerza la posición de un hotel, gran destino de lujo reconocido a nivel mundial, que a través de diversos eventos ha rendido homenaje a la mejor tradición, lujo y arte de vivir de Marruecos.
La Gran Velada del Centenario atrajo a figuras destacadas de los sectores de la moda, la cultura y los negocios que pasaron por su alfombra roja. La celebración arrancó con una espléndida inauguración que reunía a todo el personal de este establecimiento tanto del pasado como del presente. Más de un millar de invitados fueron recibidos por bailarines y músicos tradicionales marroquíes, disfrutando de una espectacular mesa imperial de ciento veinte metros, instalada en los jardines. Trescientos cincuenta invitados degustaron, junto al equipo del hotel, deliciosos platos creados por el chef Jean-Georges Vongerichten y un postre elaborado por el pastelero Pierre Hermé. En el cielo, quinientos drones adornaban Marrakech en homenaje al fuerte vínculo de La Mamounia con la ciudad y su gente. Un ballet tecnológico que dio paso a un espectáculo de fuegos artificiales que durante tres minutos iluminó el cielo de la Perla del Sur.
Esta mágica noche, marcada en todo momento por la elegancia y el arte de la hospitalidad, incluía una actuación al piano del reconocido compositor francés Sofiane Pamart, quien acompañaba a la artista marroquí Oum en su interpretación del himno nacional. Los invitados disfrutaron, así mismo, de un “intercambio fusión” entre el poeta bereber Moussa y la voz de las montañas del Atlas, Cherifa. La pieza final fue protagonizada por Hamza Labied, acompañada por el coro de la Orquesta Filarmónica de Marruecos.
La presentación de la gran “Lámpara del Centenario”, apodada la Joya de la Gran Dama, fue otro de los actos especiales. Se trata de una extraordinaria oda a la luz convertida en pieza central del vestíbulo del hotel por el estudio Jouin Manku, cuya principal misión, en su última reforma con motivo del centenario, ha sido transformar la recepción y otros espacios como el Bar Majorelle y el Salón de Honor. El hotel, para esta ocasión, acogía una exposición sobre su rica y cautivadora historia, destacando su influyente papel en los acontecimientos culturales y sociales del país en el último siglo.
En el trascurso de esta conmemoración, Adil Fakir, Director de la Oficina Nacional Marroquí de Turismo (ONMT), realizó el discurso de apertura destacando la importancia del hotel como “motor del turismo de Marrakech y de Marruecos en general”. Pierre Jochem, Director General de La Mamounia, revelaba la profunda conexión del establecimiento de lujo con el patrimonio histórico, sin olvidar su proyección de futuro. “Las celebraciones del centenario han sido una auténtica exaltación del legado de La Mamounia y su papel en la difusión de la cultura marroquí a nivel global. Estamos orgullosos de nuestros logros en estos cien años de historia y esperamos seguir recibiendo a viajeros de todo el mundo el próximo siglo”, añadía.
Pero el acontecimiento más importante de “La Gran Velada del Centenario” transcurría por un emotivo homenaje a Marruecos y la gran oportunidad para ayudar a las víctimas del reciente terremoto que ha golpeado al país. Durante toda la noche se recogieron donaciones solidarias para la reconstrucción de Marrakech y sus alrededores, una causa que La Mamounia ha venido apoyando con hechos, como demuestran los diez millones de dirhams que el hotel donó al Fondo de Reconstrucción tras el desastre.
Para encontrar el origen del nombre de La Mamounia hay que remontarse hasta el siglo diecisiete. Su historia comienza con el Rey Sidi Mohamed Ben Abdallah, quien tenía por costumbre obsequiar a sus hijos, como regalo de boda, con una casa con jardín. Sus cuatro hijos, Abdessalam, Mamoum, Moussa y Hassan dieron nombre a los jardines que recibieron del Rey.
El lujoso establecimiento ha tenido entre sus clientes a figuras de todos los ámbitos sociales, desde directores y estrellas de cine, políticos, socialities hasta renombrados embajadores del mundo de la moda como Yves Saint Laurent, Versace, Kenzo, Pierre Balmain, Valentino o Jean Paul Gaultier, personalidades que incluso preferían el hotel a sus residencias particulares en la ciudad. Winston Churchill, por ejemplo, solía establecer allí́ su cuartel de invierno. Le gustaba pasear de un balcón a otro acompañando al sol en su rutina diaria y buscando plasmar en sus pinturas ese color que caracteriza a este emplazamiento y al país en general. Muchos de sus cuadros de los jardines de La Mamounia están expuestos en el Museo Churchill de Inglaterra. Tras haber invitado a descubrir su lugar favorito a Franklin D. Roosevelt en mil novecientos cuarenta y tres, no dudaba en presumir y decir que Marrakech es “el lugar más maravilloso del mundo”.
La reapertura del hotel en dos mil nueve reunía a celebrities como Gwyneth Paltrow, Jennifer Aniston, Saïd Taghmaoui, Salma Hayek o Juliette Binoche. Orlando Bloom decidió incluso celebrar aquí la fiesta de Acción de Gracias en compañía de Miranda Kerr, en un ambiente tan mágico, como romántico y acogedor.
Bajo la visión y directriz de su Director General, y con motivo de su centenario, el célebre tándem de diseño y arquitectura Patrick Jouin y Sanjit Manku ha aportado una nueva energía a los emblemáticos espacios de este hotel, creando nuevas dinámicas que han dado como resultado rincones atractivos y cálidos. Todo su trabajo ha logrado sublimar las estancias, devolviendo al mítico hotel todo su encanto del pasado. Desde el vestíbulo, donde recibe la grandiosa y deslumbrante Lámpara del Centenario -una impresionante escultura lumínica que evoca la figura de dos collares suspendidos en homenaje a las culturas locales e internacionales, obra maestra armoniosamente integrada en el techo piramidal de la sala que ya ha sido bautizada por los nuevos huéspedes como el Bijou de la Grande Dame (la Joya de la Gran Dama)- hasta los interiores, todo aquí son grandes símbolos. Para la reforma han sido necesarios tres meses y trescientos artesanos que han trabajado para crear un escenario de nuevas experiencias diseñado a medida, honrando la tradición marroquí de acogida.
Por otra parte, su exquisita oferta gastronómica pone de relieve la colaboración entre Pierre Hermé y La Mamounia, en esta ocasión e igualmente, en mayor medida con motivo del centenario. Consiste en cuatro creaciones exclusivas del chef, comenzando en el Macaron La Mamounia Eternal, que retoma los sabores tradicionales marroquíes y los aromas del jardín. Continúa el festival de los sentidos en el Caramelo de chocolate Amanlou, para prolongar los encantos de este palacio de “Las mil y una noches”; en el Portero de La Mamounia Bawab, una reinterpretación en chocolate de la escultura que diseñó Patrick Jouin, y que celebra y rinde homenaje a los trajes tradicionales de los porteros del hotel; y el broche final, representado por “La Pièce Montée del Centenario”, majestuosa. Si Marruecos tuviera un sabor, sin duda sería el de esta creación. “Le tengo un cariño muy especial a La Mamounia. Este palacio legendario se ha reinventado a lo largo de los años desarrollando su encanto y autenticidad. A la calidez oriental se suman el lujo íntimo que ofrecen los jardines y la arquitectura de este lugar extraordinario cuya energía, encanto y aromas son cautivadores. Es un honor para mí poder celebrar este aniversario con dulzura", apuntaba Pierre Hermé.
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